Arranca el Coloquio Mensual: “Jesuitas y Salud”

Con el objetivo de crear un espacio de reflexión y diálogo sobre la vocación de los jesuitas en el servicio y acompañamiento a las personas, la IBERO Tijuana, a través de la Dirección del Medio Universitario (DMU), presentó el lanzamiento del coloquio mensual “Jesuitas y Salud”. La inauguración presentó la conferencia “San Ignacio y la enfermedad”, impartida por el Mtro. Daniel Stevens León, S.J.
Ante la próxima apertura de la Licenciatura en Medicina, el padre destacó la importancia de la labor de la Compañía de Jesús en el área de la salud, así como en muchas otras de la educación en el país y el mundo. "Con la escuela de Medicina, pretendemos formar profesionistas con enfoque humanista al cuidado de los demás, y que vean en la medicina algo más que un medio para generar riqueza", señaló.
Compartió que a través del coloquio mensual, se invitará a la comunidad universitaria a reflexionar sobre la salud desde una perspectiva ignaciana: “Vamos a recordar el poder iluminativo del dolor para subrayar la esencia y dignidad del humano, vamos a hablar sobre la espiritualidad como una manera de enfrentar y reconocer la propia salud y enfermedad”, expresó.

Durante su ponencia, el padre dio a conocer la biografía de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, y relató la transformación de su vida al recibir una bala de cañón en las piernas, durante la Batalla de Pamplona en 1521, lo que despertó en él una profunda conversión para desarrollar los "Ejercicios Espirituales", así como buscar el bien mayor en todo, y promover una vida de oración, discernimiento y acción.
El maestro dio una explicación de la enfermedad desde una perspectiva religiosa dentro de la tradición judeocristiana, en la que se solía interpretar como un castigo divino: "En última instancia, el dolor está vinculado a nuestra condición humana e induce al hombre a interrogar a Dios y a veces hasta llegar a verlo como un adversario”, dijo.
Asimismo, explicó que la filosofía ignaciana invita a abordar el dolor y la enfermedad desde una perspectiva distinta, viéndolos no solo como sufrimiento, sino como una oportunidad para conectar profundamente con el ser humano que atraviesa dicha experiencia. A través de la empatía y el acompañamiento, esta visión permite reconocer la dignidad de cada paciente y acompañarlo en su camino, en consonancia con los principios de servicio y cuidado que promueve la espiritualidad ignaciana.
Por Daniel Iglesias
